jueves, 7 de julio de 2011

MEXICO Vs ALEMANIA: SEMIFINAL MUNDIAL SUB17...¡¡¡A SANGRE Y FUEGO!!!...

Estadio Corona, Torréon, Coahuila, ante una buena entrada, jueves 7 de Julio del 2011

Julio Gómez sacó la casta mexicana

La Laguna fue testigo de algo único

El Estadio Torreón fue testigo de algo insólito; pudo ver como mexicanos y alemanes se batieron en un verdadero duelo a muerte en el que hubo de todo, en noventa minutos la afición y el equipo, pasó del llanto a la sangre para que, al final poder cantar victoriosos el pase a la gran Final del Mundial Sub-17.

Con un gol olímpico y otro de chilena, México fulminó al equipo más poderoso de la Copa. El marcador fue de 3 a 2 y los goles fueron firmados por Julio Gómez en un par de ocasiones y Jorge Espericueta, mientras que por el conjunto europeo las anotaciones cayeron por cuenta de Samed Yesil y Emre Can.

La imagen de Julio Gómez cubierto en sangre pero envuelto en orgullo quedará por siempre en la gente que pudo presenciar algo que pocas veces sucede. Vale la pena mencionar que es la primera vez que en este estadio se logran marcar tanto un gol olímpico como una de chilena.

El partido comenzó intenso tanto en la cancha como en la tribuna, mientras ambos equipos peleaban con todo por la posesión del balón, el público hacía su parte apoyando a México y presionando a los teutones.

Y la suerte apareció temprano para el conjunto mexicano cuando apenas al minuto tres Julio Gómez recibió un centro de Jorge Caballero, remató colocado justo al rincón de la portería defendida por Vlachodimos, quien midió mal la trayectoria del balón y quedó como un espectador más mientras dramáticamente se escurrió la pelota.

El gol temprano prendió aún más lo ánimos entre los asistentes que no dejaron de corear cada pelota a favor de los verdes y abuchearon en cuanto los alemanes recuperaban la pelota.

Pero esto no los desanimó y la respuesta llegó de inmediato a través del goleador Samed Yesil, que en maniobra individual disparó raso al costado derecho del portero Richard Sánchez quien, a pesar de su estirada, no alcanzó a llegar por lo que se decretó el empate al minuto 9. Este fue el sexto gol del jugador del Bayer Leverkusen.

A partir de ahí los alemanes se hicieron del balón y lograron superar constantemente a la zaga mexicana aprovechando los desbordes por derecha de Levent Aycicek y de Mitchell Weiser, lo que puso nervioso al cuadro bajo mexicano.

México intentó jugar con pelota a ras de pasto para controlar el ritmo de juego contrastando con la velocidad de su rival, la disputa por mantener el control no fue del todo efectiva para los pupilos de Raúl Gutiérrez puesto que se vieron superados físicamente.

Cerca estuvo de caer el segundo de los europeos en una acción en que Aydin se coló a línea de fondo, mandó tiro centro que golpeó en el pecho del defensor Francisco Flores, para su fortuna el autogol no cayó porque el esférico se escapó por un costado.

La fuerza física terminó por hacer efecto y por afectar a México que fue dominado en la recta final del primer tiempo, incluso el propio Yesil dejó escapar una clara al quitarse a dos rivales y disparar con maestría hacia la izquierda de Sánchez que solamente observó como el balón pasó muy cerca de su poste.

Pero definitivamente fue la defensa mexicana la que fue constantemente asediada por los delanteros germanos que prácticamente bombardearon en la zona de peligro. Solamente el orgullo provocó una ligera reacción tricolor que luchó más a base de constantes pelotazos que en jugadas de mayor organización. Ni Fierro, ni Bueno aparecieron durante los 45 iniciales.

Quien se decidió a impulsar a sus compañero fue Jorge Espericueta que hizo una gran jugada en la media luna y soltó un balazo directo al arco Vlachodimos alcanzó a desviar a tiro de esquina.

Una vez vino un error en defensa que estuvo a punto de finalizar en gol. Carlos Guzmán no alcanzó a cortar un trazo largo y el balón quedó a modo para Yesil quien techó con gran calidad técnica aunque la pelota nuevamente pasó por un costado.

Finalmente Bueno se hizo presente al sacar disparo de zurda casi a quemarropa del portero alemán que se lanzó y a dos manos evitó el daño.

Para el complemento las cosas cambiaron un poco quizás porque los alemanes dosificaron el esfuerzo para evitar el cansancio que mostraron en la recta final de la primera mitad.

México, impulsado por su gente busco irse al frente aunque se toparon constantemente con solido un muro defensivo.

El mejor hombre mexicano fue Julio González, que una y otra vez encaró por el sector derecho buscando siempre centrar con ventaja y logró comprometer en al menos un par de ocasiones a la defensa blanca.

Los teutones solamente se dedicaron a reventar cada balón que entraba a su área, el momento fue de México pero no se logró encontrar el gol, y esto trajo consecuencias a minuto ’59, con una jugada de contragolpe en la que el capitán Emre Can fue dejando verdes en el camino hasta encarar al portero y superarlo con un puntapié, Alemania se fue arriba gracias a la contundencia que no tuvo México.

El grito de “Sí se puede” apareció en la tribuna con la intención de animar a un equipo que fue golpeado anímicamente que tenía que remar contra la corriente.

Con el marcador adverso el ataque mexicano arreció pisando el área enemiga con autoridad pero con mala puntería. Hasta que el milagro en el Estadio Torreón ocurrió. Jorge Espericueta logró lo que nunca antes se había hecho en la casa del Santos al cobrar un tiro de esquina cerrado, techó a todos y le pelota se metió sin que nadie la tocara. ¡Gol olímpico!, México empató el partido de la manera más inesperada.

Pero el premio al esfuerzo tuvo un costo ya que Julio Gómez resultó fuertemente golpeado al intentar rematar el tiro de su compañero, chocó cabeza con cabeza con un rival y tuvo que dejar la cancha en camilla y con una abierta craneal.

Como en el antiguo coliseo romano, el público coreo el nombre de su ídolo, ¡Gómez, Gómez! Hasta que el elemento de Pachuca se levantó por su propio pie para regresar al combate. Tal como lo hacen los grandes gladiadores.

Y el de la diferencia fue otra obra maestra de quien se convirtió en el ídolo espontáneamente: en tiro de esquina Julio Gómez remató de “chilenita” e incrustó la pelota en el ángulo inferior izquierdo para marcar el tercero, la obra se estaba consolidando ante la mirada incrédula de los alemanes.

El canto en la tribuna fue de triunfo, ¡oe oe oe! Se escuchó por todo el estadio que se conmovió de felicidad por ver a su equipo ganar una fragorosa batalla y por ser testigos de l historia escribiéndose en un instante.

Omar Ponce pitó el final y estalló el júbilo de las 30 mil almas más los jugadores que se unieron en un solo anhelo, el de ser campeones.

Ahora México tendrá que librar su último escollo antes de levantar la Copa, se medirá ante Uruguay en el Estadio Azteca. Por su parte, Alemania enfrentará a Brasil para disputar el tercer lugar.





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